Entre tanto ruido, es posible que se haya escapado de nuestro campo de visión una figura meteórica: Macarena Olona se quitó los tacones, se puso las manoletinas, y nos invitó a caminar con ella por las calles de la marginalidad.


España no tiene presidente, aún, y quién sabe si lo tendrán en los próximos meses. En la que ha sido la campaña más corrosiva, más bizarra, más sobrecogedoramente entretenida que se recuerda, hemos visto de todo: un Perro Sanxe desatado, con la socarronería del que sabe que no tiene nada que perder, que se ha tirado la última semana con la minga fuera básicamente y los demás a sus pies de bizcochito; a Yolanda Díaz intentando apagar los fuegos de la fagocitación de Podemos con sonrisas y horas de plancha, pobrecica mía; y luego a dos señores rancios, uno que tiene un amigo farlopero y otro que también pero no se le ha identificado todavía.

Entre tanto ruido, es posible que se haya escapado de nuestro campo de visión una figura meteórica, fugitiva del franquismo y aspirante a reconquistar el espacio neoliberal de Ciudadanos. ¿Sus medidas? Existen, pero están en un quinto plano, agazapadas entre un marketing que desafía las leyes de lo cabal. Macarena Olona se quitó los tacones, se puso las manoletinas, y nos invitó a caminar con ella por las calles de la marginalidad. La historia que prosigue es, si no verídica en su totalidad, al menos verosímil, que es lo importante en el hediendo terreno político en el que nos embarcamos.

Hagamos un breve remember, porque nos conviene: Macarena, pese a ese nombre tan de Triana que tiene mi niña es del mismo Alicante, tierra de gente ilustre como... ella, y el entrenador del Getafe. Por razones que ella entenderá, y que a mí no corresponde descifrar, entró en Vox, quizá ilusionada por la perspectiva futura de poder apalear a minorías con un poco de suerte (y con ánimo de ser justo, parece que se le ha quitado de la cabeza esa idea hoy día). Allí al oír su nombre vieron a la misma Virgen compungida con sus mariquillas en el pecho y la reconvirtieron en andaluza mismo, que si le preguntaban ella dijera que era de Granada desde pequeñita. La empadronaron en Salobreña, localidad que tardó minutos en decir que se pongan como se pongan a esta señora no la conocen de nada, pero a la Junta Electoral se ve que tampoco le importaba demasiado, y la gente de Salobreña está demasiado feliz con sus dos playas y su imponente (por decir algo) peñón (si bien el restaurante allí ubicado tiene una de las más deliciosas tartas de queso que he probado, y me considero un experto en esas lides a estas alturas).

Total, que Macarena no tuvo los resultados que la cúpula verde (¿os acordáis cuando el verde era el color de los partidos ecologistas rumiantes? Ahora es el de los que dicen que el calentamiento global se lo inventó Soros una mañana de solecito en Palm Springs), y aunque las versiones difieren, nuestra heroína fue defenestrada después de que su excusa inicial para retirarse de la política ("me he puesto malita") fuera motivo de sorna del señor Explanada de los Moteros, que se ve que no había presentado el justificante médico ni nada.

Expulsada de su partido, ninguneada por sus compañeros, repudiada por el municipio granadino al que estaba cogiendo cariño en el fondo, Macarena se rehízo. Como Cersei Lannister, se expuso a la persona que más por la labor estaba de escupirle en la cara, en este caso Jordi Évole; salió mejor Paquirri de Pozoblanco, pero la ex-diputada tuvo oportunidad para exponer el lado oscuro de su antigua formación hacia una audiencia a la que, ciertamente, el lado visto ya le debería parecer repugnante de entrada, pero bueno, agallas tuvo. 

Menos mediático fue, sin embargo, el hecho de que Olona fundara una organización con el pegadizo nombre de Fundación Igualdad Iberoamericana. ¡Visión internacional! Por algún motivo, sin duda achacable a un cruce de líneas telegráficas o algo por el estilo, alguien confundió cuál era la igualdad esa por la que había que pelear: resulta que los hombres, esos que llevamos controlando el sino del planeta desde que dos palos soltaron ascua, estamos en desventaja. Lo presentó todo en una comparecencia de hora y media en el humilde Palacio de Linares: ella, ataviada un poco a lo Princesa Leia, se queja de las denuncias falsas, de la desprotección legal, y de no sé qué bulos de que iba a Panamá a chanchullear con la herencia de su padre, hubo tiempo un poco para hablar de todo la verdad. De esta institución no queda constancia alguna más allá de su primer mes de vida: no vas a ningún sitio con las mismas ideas que el grupo político del que acabas de salir, pero sin su alcance. Era hora de cambiar el paradigma. Era hora de montar un partido para las Generales. Era hora de Caminando Juntos.

De forma parecida a Don Pedro Sánchez cuando perdió aquel voto de confianza del PSOE, Doña Macarena emprendió un camino personal. Visitó las 3000 Viviendas, y salió cambiada. El 31 de mayo se pasó por el Ministerio del Interior a hacer el papeleo para la formación de CJ, las siglas que representarían la opinión de los descastados, de las desamparadas, de la gente cuyas preocupaciones no forman parte de ningún debate. Como la sopa de Ricitos de Oro, ni muy de izquierdas ni muy de derechas: justo en su punto. Se presentó en TVE con un tacón rojo y otro azul (aunque la entrevista se grabó en primer plano, pero ella lo hizo igual), como guiño a su centrismo fantasioso: ese prometía ser el logo del partido, pero luego resultó ser un elefantito gracioso.


Su confianza estaba desmedida: salió del armario como defensora del referéndum republicano, se desmarcó del "que te vote Txapote" y propuso la primera, y menos pegadiza variación del eslogan: "que España salga a flote" (you're doing amazing, sweetheart); unas semanas después reveló que había reclutado a un prófugo de Más Madrid como cabeza de lista en Cádiz (porque en Caminando Juntos las lindes geográficas son una mera sugerencia). Luchando ante viento y marea contra los bots de Abascal, la interminable burocracia para registrar su concurrencia a las elecciones, y el señor de Cádiz que se dio de baja un rato después de que Macarena confirmara su presencia en las papeletas. Tanto quebradero de cabeza, si tuvo alguna parte positiva, fue el detonante para que nuestro país pudiera vislumbrar también su faceta coach. Que supongo que de eso iba este sarao, aunque el cartel parezca más como una sesión de manicura con apertura de chakras gratis. La única pista que dio la lideresa fue el intrigante "¿Una cerveza?". Este iba a ser el primer y último punto de su estrategia electoral.


Entre charla y charla motivacional, el beneplácito de Marlaska para que CJ pudiera ser candidato a las elecciones no llegaba, y a Maca se le hincharon los ovarios, llegando a reclamar que iban a personarse en el Ministerio y ofrecer dos opciones: o la autorización o salimos todo el mundo aquí con los pies por delante. El órdago surtió efecto: Olona pudo posar en las puertas de la sede con sus formularios perfectamente compulsados.

Euforia desatada: había voces augurando 10-12 escaños para el neonato movimiento (apuntad esto, será importante luego, si por algún motivo el final de esta historia os es ajeno). Sucedió esto. También esto. No hay por qué buscarle significado. Entre tanto, se recogieron firmas para poder estar entre los escogidos del electorado. Hubo quien escuchó, pero en particular, un colectivo. Uno que podía darle la vuelta al panorama político.


El as bajo la manga to end all ases bajo la manga. Las meretrices, a las que Macarena promete regular (¿qué hay más, denuncias falsas de violencia machista o prostitutas vocacionales? Tezanos, haz lo tuyo), se volcó, y en mi headcanon fueron únicas responsables del logro de CJ: señoras de compañía, en cada esquina, con su carpetita y su bolígrafo, haga frío o calor, recopilando avales: primero en Murcia, luego en Almería y Valencia, y hasta Cádiz, pese a la espantada. Pero... ¿y Granada? Tanta rumbita calé en el Mirador de San Nicolás (wait, ¿de verdad dice "porque gitano soy, como los Pet Shop Boys"?) tenía que estar cuajando de alguna manera. En su propio hogar, la candidatura no se materializó hasta el último momento; una persona menos optimista podría pensar que se acababan los sueños.

Ja, ja, ja.

Era momento de recompensar a aquellas personas cuyo apoyo fue incontestable: por ejemplo, las mujeres cuyo cuerpo es objeto de transacciones económicas (se me agotan los eufemismos): a la madame mencionada (y presidenta de la Asociación de Trabajadoras Sexuales, que es como si Amancio Ortega fuera el secretario general de Oxfam) la puso como número 1 de Valencia. De igual forma, como segundo en Granada asignó a un pastor evangelista conocido como el Johnny (no lo he visto en dos sitios escrito igual; Maca parece favorecer "Yony"; esto me recuerda a una historia verídica de una mujer gitana que llamó a una pastelería para que le hicieran una tarta para el cumpleaños de su hijo, al que se refirió fonéticamente como "Richal": el pánico en la señora repostera era real), una muestra más de su apego a los barrios más olvidados. Otra elección sorprendente, con origen en el COVID: una muchacha que llamó al teléfono de la Esperanza Macarena para combatir la soledad del confinamiento... dos días después de que se decretara el estado de alarma (lo que le quedaba que aguantar a la pobre), pero que reapareció como posible senadora en la capital gaditana. Básicamente si habías tenido contacto con Macarena Olona durante más de 15 segundos en algún momento de tu vida, tenías todas las papeletas (pun intended) de formar parte de su alineación en una provincia siempre y cuando no hayas pacido en ella. El caso es que titulares tan brillantes como este eran comunes:


Como de todes es sabido, el tercero es el que es de chiste, siempre.

Los mítines de campaña de CJ transcurren en lugares insólitos: la feria de tractores de Mula, por ejemplo, que tú vas a comprarte un JCB de segunda mano y aparece Macarena Olona a hablarte de la gestación subrogada y... ¿qué le dices? Claro que a juzgar por la actitud de su equipo, igual iban directamente a comer paparajote y beber sangría, que es la clara prioridad de todo partido político que se precie.


Es llegados a este punto cuando uno empieza a encariñarse con el proyecto. No por afinidad política, porque el contenido sigue pareciendo una macedonia de populismo equidistante que lo mismo perpetúa esa tendencia a hacer de la excepción la regla en cuanto a todo el tema de las denuncias falsas y la discriminación al hombre en las decisiones judiciales, que gritan en contra de la violencia machista y la falta de mujeres en posiciones de poder. Te pueden salir con ideas progresistas como ingresos mínimos vitales bien cómodos o enarbolar pestilentes banderas neoliberales como lo de tratar a las personas gestantes como receptáculos siempre que den su supuesto consentimiento. No, los ideales de todo movimiento catch-all como este están condenados a implosionar en cuanto toque de verdad mancharse en algo que no sea pura paja, y no van inclinarse al lado de la balanza que yo favorezco (pista: es el lado donde está MI CORAZÓN). Pero estas iniciativas grassroots, de ciego pero firme apoyo social, tan underdogs, de las que tan claramente se puede percibir que no se están dando cuenta de que ahí delante hay un cristal y se van a dar contra él en toda la jeta pero que aún así luchan... hay que quererlas. Sospechando hasta el infinito, pero con amor y curiosidad. 

Para cuando llegó el orgullo ya andaba publicando montajes de besos sáficos con Yolanda Díaz (innecesario), para luego hacerlos realidad (no con la jefaza de Sumar, eso sí) y lanzar proclamas de Rigoberta Bandini en la tele nacional. Que si entro a su Twitter (perdón, X) me sigue recomendando que quizá me guste seguir a Santi Abascal, pero es que no se han coscao todavía de que ya no es facha, que ha entrado en su etapa experimental, como los Stones en Their Satanic Majesties' Request. El giro estaba preparado, y tal vez quien hubiera seguido todo esto desde el principio podía prever el siguiente volantazo, pero para cualquier rezagado, el siguiente capítulo en la historia iba a llegar como un tren de mercancías.


Un prostíbulo de Atarfe y el lema "#sudapollismoporespaña" tuvieron la culpa. Caretas fuera. Con el pretexto de que es ahí donde se suelen reunir los jerifaltes, y el apoyo tácito del sindicato empleado en estos establecimientos, Macarena convoca a todo aquel que no tenga miedo a ser visto en ese local y que tenga ganas de conversar con ella, por supuesto, con barra libre de por medio, no vayamos a hablar sobrias. Es un movimiento brillante, quizás, al menos por las toneladas de purpurina que probablemente emanen del local, y en una biopic sobre Macarena y Caminando Juntos, este sería el final esperanzador que nos dejaría con una sonrisa en la boca al ver a nuestra protagonista triunfando, chocando los cinco con sus votantes y las damiselas enmascaradas de la sala Geisha. Quizá, con el confetti estallando desde los cañones y el champán regando la fiesta, podrían aparecer unos títulos finales aclaratorios, que rezaran:

"Caminando Juntos obtuvo 5000 votos en el territorio español allá donde pudo presentarse, quedando fuera de las listas de Madrid y Barcelona por no tener apoyos suficientes. Esto lo situó por debajo de portentos democráticos como el PUM+J, Soria ¡Ya! y los lunáticos del Frente Obrero."

Y por decir algo positivo aunque fantasioso.

"Sin embargo, la vereda se había abierto. El cambio era posible. Sólo haces falta tú."

Tienen mi curiosidad, mi atención, y un 40% de mi interés aproximadamente. Pago 2:1 el que vayamos a ver a Macarena Olona en Supervivientes de aquí a un par de años, 5:1 que grabe un single con Bizarrap para rajar de Abascal, y 100:1 que consiga un escaño en las próximas tres legislaturas, pero sea como fuere ya han conseguido más que yo desde mi cómoda silla de escritorio. No es mucho decir, pero he escrito 2500 palabras al respecto, y eso sólo lo han merecido mastodontes como Juan Camus. El de Laredo ya no está sólo en la cima. Y, si les dejamos diez minutos a solas, igual termina hasta de líder de la formación por Cantabria. Qué peligro.