Quienes desean desarrollar una relación parasocial con cantantes amateurs están de enhorabuena: Operación Triunfo ha regresado.
La huerta española. El pilar de la dieta mediterránea. Una maraña entretejida por los poderosos para seguir inoculándonos puro veneno en forma de ciruela, o de albaricoque.
Hay un nuevo deporte, uno que si la cosa sigue así será el más practicado en el mundo visto el progresivo envejecimiento de los países aburridamente hegemónicos, y en el que nuestra Españita tiene todas las de convertirse en una potencia universal durante siglos: el walking football.
Ha habido pocas constantes en los últimos 25 años, pero si a algo podíamos aferrarnos es a que, si sintonizábamos Eurosport, iban a estar echando snooker, e iba a aparecer Ronnie dominando.
Entre tanto ruido, es posible que se haya escapado de nuestro campo de visión una figura meteórica: Macarena Olona se quitó los tacones, se puso las manoletinas, y nos invitó a caminar con ella por las calles de la marginalidad.
La especie humana es imbécil, y creo que sigue imperando la creencia de que si a estas personas se les concedió una "maldición", es porque en otros aspectos han sido bendecidos. Así que la gente no ha terminado de decidirse entre tratarlos con infantilismo o con glorificación, en lugar de simplemente considerarlo algo irrelevante a la hora de comportarse.
La indeseable bendición del turismo playero ha tenido a bien pasar de largo de Elda, quizá por ubicarse a cuarenta kilómetros de la playa. Así que, eximidos de las hordas de británicos exhibiendo diversos matices de bermellón, han tenido que trabajar, que desarrollar una industria propia. Una que se ha convertido en la envidia de Europa: la del calzado femenino.
Digamos que hoy voy a contar una historia, una sobre unas fronteras arbitrariamente definidas y de cómo han representado un núcleo de conflicto religioso durante siglos. Con esa premisa, cualquier persona pensará en Israel. Y sí, efectivamente, pero no del modo en el que imaginas.
Inocente de ti, quizá pienses que el perejil va a ser un integrante indispensable. Comienzas a seguir los pasos y cortas la cebolla, la rehogas, incorporas los pimientos, el tomate triturado, lo que sea... Todo eso. Y ni rastro. Ni rastro del maldito perejil.
¿Qué espera uno de Benidorm en temporada baja? Quizá aquello pudiera ser una bacanal, o a lo mejor era un oasis paradisiaco. Intenté ir sin expectativas ni ideas preconcebidas, relativamente abierto a todo aquello que pudiera suceder, como un verdadero periodista gonzo.
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